Los miedos irracionales

Siempre pensamos en el miedo pero no por el miedo en si mismo sino por las posibles sensaciones que nos puede llegar a provocar. No el miedo en si mismo. Las sensaciones pueden llegar a ser mas poderosas que pueden desequilibrar por completo a la persona de forma que las sensaciones que acompañan al miedo se apoderen de la persona por algo que no existe, que es irracional, casi por completo. De esta forma lo que en un principio parecia cierto se convierte en sospecha, que no se acaba de confirmar ni negar. Los estadios en esta situacion se suceden unos a otros como afirmandose entre si, pero no se aclaran en este estadio de elaboracion psicosomatica. Cuando se llega a una elaboracion total, digamos las sensaciones acompañantes pueden llegar a ser tan reales que se apoderan del intelecto, siendo reacias a su abandono, y asi ya solo le queda a la persona el refugio en la duda que como un atisbo de razon, todavia con un poco de duda le situa en una realidad relativa que esta dominada por las sensaciones distorsionadas y distorsionantes sin perder plr completo la vision de lo que ocurre en derredor. Este estado se toma y se abandona muchas veces de forma que no es abandonado nunca por completo y asi la sensacion de sdr real el temor llega a suscitar la picardia paranoide que se observa en el exterior pero sin tener conciencia de todo lo que acontece dentro del organismo y la mente del sujeto aquejado del mal. Y digo del mal porque en realidad asi lo siente el individuo, como un mal que se apodera de todo acontecimiento que ocurre, que llega a exahustar al organismo donde los descansos son parcialmente producidos como por arte de magia, en una situacion asi ya que el mal distorsiona el descanso que a veces se añora, y a veces se rechaza como innecesario, o falto de valor ya que la activacion del organismo es muy elevada y se quiere y no se quire el descanso tanto fisica como mental. Asi, es imposible la armonia y unas situaciones llevan a otras entrando en un circulo vicioso de imposible salida en realidad, porque la persona nunca abandona del todo los miedos infundados o irracionales.